TAMALES. ¿YA REVISASTE LA RECETA DE TU FAMILIA?

Si vivís en Costa Rica, probablemente el recetario de tu familia tenga unas dos o tres páginas con un título que dice algo como “Receta de Tamales de Abuelita”. Este año, mi hermana Marcela decidió fijarse en dicha receta, ya que quería asegurarse de entender bien las cantidades de los ingredientes y el proceso. Ni ella ni yo sabíamos muy bien cómo era la cosa, nos habíamos acomodado todas nuestras vidas a que nuestra querida Albita, quien trabajó toda la vida en casa de mi abuela, sabía exactamente el qué, cuánto, cuándo y cómo. Lo que sí sabíamos era que la lista de ingredientes era larga y el proceso detallado y, muy probablemente, largo también, ya que de principio a fin se duran varios días.

Para sorpresa de mi hermana, cuando llegó a fijarse en la receta, no existía ni dos, ni tres páginas. Había media hoja de una lista de ingredientes bastante abstracta y en la descripción del procedimiento dos líneas que leían “La carne se hace el día antes. Las papas se cocinan el mismo día”. ¿Ah? ¿Pero qué es esto? ¿Cómo se suponía que algún día podríamos hacer los tamales de nuestra abuelita, con esa clase de guía?.

Luego del impacto y de reírnos un buen rato, Marce se arremangó, tomó papel y lápiz, sentó a Albita y le hizo un interrogatorio digno del FBI. Ahí sí que se iban llenando rápidamente las páginas del cuaderno. El lapicero parecía que iba a alzar vuelo. Hicimos los tamales en familia, con villancicos sonando en el ambiente, como es usual. Como todos los años, se contaron las historias de las hermanas de mi abuela, Telma y Teresa, que siempre dejaban un ingrediente por fuera y de la vez que se limpiaron las hojas el día antes, para adelantar trabajo, amaneciendo llenas de moho. Con cada paso, se tomaba una nota detallada para escribir la nueva receta. Al final del día me llegó un correo de mi hermana, con el asunto “¡Ahora sí! ¡La receta de los tamales de abuelita!

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